La historia de la silicona de gastronomía se remonta a la década de 1950, cuando se descubrió que el polímero de silicona era resistente al calor y podía ser utilizado en aplicaciones de alta temperatura. Los primeros productos de silicona fueron utilizados principalmente en la industria aeroespacial y electrónica.
En la década de 1960, se descubrió que la silicona también era un excelente material para moldes de cocina, ya que era flexible y fácil de desmoldar. Sin embargo, las primeras siliconas para moldes de cocina no eran aptas para su uso en contacto directo con alimentos.
Fue en la década de 1970 cuando se desarrollaron las primeras siliconas aptas para uso alimentario, con la adición de aditivos y modificaciones químicas que las hacían seguras para el contacto con alimentos. Estas nuevas siliconas eran flexibles, no toxicas y resistentes al calor, lo que las hacia ideales para su uso en utensilios de cocina y moldes para hornear.
Desde entonces, la silicona de gastronomía se ha convertido en un material muy popular en la industria de la cocina, gracias a su capacidad para soportar altas temperaturas sin deformarse ni desprender sustancias tóxicas. Los utensilios de cocina de silicona son resistentes a los daños, no se corroen ni se oxidan, son fáciles de limpiar y no absorben olores ni sabores.
Hoy en día, se pueden encontrar una gran variedad de utensilios de cocina y moldes para hornear de silicona en el mercado, desde espátulas y cucharas hasta moldes para pasteles y muffins. La silicona también se utiliza en la fabricación de moldes para chocolatería y en la creación de decoraciones comestibles, como flores y hojas de fondant.